Editorial: Por Fabián F. Luna
La movilización tantas veces reclamada a
las capas antidemocráticas, para que se hagan visibles, salió a las calles. El fraude
se produce porque no es el momento para reclamar lo que ellos creen por
derecho. A pocos días de asumir un gobierno surgido del voto, hay manos oscuras
que tejen poder azuzando con su demagogia polarizadora.
Tal como ocurrió en la toma del Capitolio
en EEUU; todo comienza al crear en la comunidad una división social, toman como
base la desconfianza a las instituciones propias de un mundo en crisis y
publicitan un falso modelo en el cual, lo nuevo, serian las fuerzas con
discursos de la anti política, disfrazando sus verdaderas pretensiones, vaciar
de derechos a la comunidad.
La demagogia polarizadora en su interior
tiene un único fin, desmembrar desde la cabeza a las instituciones que permitieron
incluir contrapesos a una balanza que tiende a ser beneficiosa con los poderosos,
para que hombre de pie no que en calidad de mero espectador.
La democracia sufre embates continuamente
pues plantea un camino en ascenso, lento pero seguro, en el cual todas la voces
deben acordar para incluir derechos que todos saben de antemano, son
necesarios. Pero que ciertos poderes ven como una merma en su accionar que han
mantenido desde siempre.
Pero aún así la democracia hace un esfuerzo
y a pesar del peligro que significa el descreimiento porque los cambios se
produzcan en un proceso lento, trata que en la mayoría este representada esas
decisiones para que sean perdurables.
Así todo, algunos políticos teñidos de
demócratas suelen recurrir a la frase de que no es el mejor sistema, pero es el
sistema que tenemos. Una frase que también corroe a la democracia porque sirve
de base para los alocados soñadores de accionan cómo lo vimos en EEUU, Brasil y
porque no en Bolivia.
Pero a pesar de todo, la democracia permite
las expresiones de todos los arcos de pensamiento político, por más que la
experiencia nos indica como actúan, ayer se escondían en los poderes económicos,
hoy suman una fuerzas más, el descontento popular, que justamente tiene origen
en las presiones de esos mismos grupos que pretenden tener más derechos y no
les interesa compartirlo con ningún otro, pero vía la demagogia utiliza a la
población y los transforma en sus propios enemigos.
La solución instantánea de problemas que
son históricos, es recurrente. Pero hoy se ahonda con la masividad de información que confunde
y engaña. La solución a los problemas no van a venir de la mano de reducir derechos.
Es por ello que se hace necesario una voz
fuerte para frenar estos movimientos antidemocráticos y procurar mantener el
curso de acción de la democracia.
Los que tiene en sus manos la representación
popular, ante los hechos antidemocráticos deben repudiarlos, no pueden ser
esquivos o caer en discursos que se bifurcan del camino acusando a otros, es
menester que pongan el acento en el repudio para reafirmar la democracia.
(*) Lic. en Economía Empresarial, ex
Concejal, ex Director del Museo de Histórico 17 de Octubre “Quinta San
Vicente”.